viernes, 2 de diciembre de 2011

Primer aleteo: Semana del Terror

Microrrelato inspirado por una foto de Punto de Partida. (7 de Noviembre de 2011)
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Se quedó ensimismado observando el dibujo de sombras que la luz proyectaba al toparse con aquel árbol. La tarde se acababa y su luz era tenue; las nubes habían robado la claridad y ahora aquel árbol resultaba realmente tenebroso. Cada día de clase pasaba varias veces por delante de la ventana y veía aquel árbol, pero nunca se había percatado del aspecto tan siniestro que tenía; juraría que al principio del curso no era tan grande. Quizá a esas horas en el colegio todo parece diferente. O quizá es que hay cosas que están ahí y no las vemos hasta que de repente se hacen evidentes.

Y entonces lo comprendió. La tarde se acababa. El árbol había crecido y ahora se veía claramente: No iba a ayudarle con el inglés. Oía sus pasos detrás de él, subiendo las escaleras a un ritmo tranquilo, con calma, como se hacen estas cosas. Había sido muy amable ofreciéndose a ayudarle después de clase con el examen de inglés. Muy amable... como se hacen estas cosas. Los pasos estaban cada vez más cerca y ahora podía oír también el roce de algún objeto metálico arrastrándose de vez en cuando contra el suelo. Qué rápido había oscurecido; la tarde se acababa, allí, frente a aquel árbol. Observó una última vez las sombras antes de cerrar los ojos y arrepentirse de haberle insultado, de haberse reído de su ropa, de su manera de hablar, de su pelo, de su mochila... pero sobre todo, de haberle ignorado, de haberlo visto cada día de clase y no haberse dado cuenta, hasta ahora, del aspecto tan siniestro que tenía.

D.M.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Razón de ser

            Dice una teoría económica que en algún lugar del mundo aletea una mariposa y ese movimiento crece y crece y acaba provocando un terremoto impresionante en algún lugar lejano. Yo no sé si en economía, pero en el mundo de la creación literaria desde luego mariposas... haberlas, haylas.   Y en estos tiempos de la aldea global y las nuevas tecnologías, los aleteos se propagan muy deprisa, casi de modo instantáneo, y no hay cortafuegos que pueda detenerlos.
            Un día uno inocentemente comparte una imagen y esta despierta algo en el lugar donde menos se la espera: una idea que parpadea en tu fantasía y no te deja hasta que haces algo con ella. Otro día quiero darte las gracias con una canción y, en vez de eso, encuentro un poema, seguramente fruto de un terremoto anterior en otro sitio y que desconozco, mariposa convertida en torbellino de palabras, y epicentro de mil aventuras por venir. Después yo también quiero compartir una foto de mi terremoto, claro, que al poco aletea en la imaginación de alguien en la distancia, haciéndole cosquillas hasta que, desde allí, se suma a lo que ya se está convirtiendo en un tsunami.
            Luego vemos que por aquí tampoco somos los únicos que buscan mariposas, sino que hay muchos más, aunque algunos aún no lo saben. (Ya nos encargaremos sutilmente de que se den cuenta). Y hasta a veces el tiempo acompaña según la estación, y nos da la impresión de que nos empuja inevitablemente en una dirección, la de “meterse en líos”. Pero para entonces vemos mariposas por todas partes y ya no podemos esquivarlas...
            Y para qué resistirse, si en el fondo lo estamos disfrutando y nos gusta vivir intensamente, y reírnos, y asustarnos, y llorar, y escuchar emocionados mientras se nos eriza el vello, y que nos escuchen aunque nos tiemble la voz, y después del terremoto acabar agotados, pero satisfechos...
            Y volvemos a esperar la próxima mariposa, atentos, no sea que vayamos a dejar pasar algún terremoto sin meternos de lleno.